La incapacidad para mantener la concentración va acompañada de dolor, angustia mental, nerviosismo y respiración irregular.
La falta de concentración es el germen de numerosos males, por no decir de casi todos. La falta de concentración nos aleja del momento presente y nos sume en un estado de incertidumbre, viajando mediante la memoria al pasado (cristalizado como la mujer de Lot) o al irreal futuro gestado por la fantasía (víbora irreductible).
Como resultado de esto, surge el dolor emocional, a veces llamado angustia, nerviosismo, ansiedad, depresión y todos sus relativos. Es decir, el sufrimiento.
El sufrimiento es un estado emocional-mental, ciertamente diferente del dolor físico. Hoy en día, salvo excepciones, el dolor físico no es un problema tan grave como el sufrimiento emocional. Cuando el cuerpo duele, duele, pero suele ser un dolor agudo y no persistente (bien porque se va a los días o porque se ve amainado por un agente químico); en cambio el sufrimiento emocional puede estar inscrustado durante largo tiempo.
Buda ponía un ejemplo a esto, decía en una parábola que el sufrimiento es como si nos disparan una flecha en el cuerpo y nos hieren. Inmediatamente surgirá dolor físico, pero el sufrimiento llegará con la "segunda flecha", que es la que produce la mente al alterarse por lo sucedido. Un ejemplo actual sería el siguiente: una persona va al médico por una ligera molestia en una parte de su cuerpo, le diagnostican una enfermedad grave y comienzan a hacerle pruebas durante largos días, semanas o meses, mientras mantienen a raya su dolor físico con calmantes. Al final solucionan su problema físico y queda una leve cicatriz. ¿Cuánto sufrimiento ha generado la mente con hipótesis, con miedo, con angustia, con nerviosismo, con pesismismo, con respiración irregular? He aquí la segunda flecha de la que hablaba Buda.
El sufrimiento podría tener una ecuación matemática: S=R+E (Sufrimiento = Realidad + Espectativas). Es decir, cuanto más intervenga la mente en conjurar fantasías sobre un hecho, en distraerese del momento presente, mayor será el índice de sufrimiento.
No obstante, numerosas veces en la vida de los seres humanos hay situaciones en las que "la primera flecha" hace mucho daño, bien sea por desgracias personales, accidentes, muertes de seres queridos o hechos catastróficos agudos, en tal caso, la solución es amainar en lo posible la corriente demoledora de dolor. ¿Cómo? Mediante la única variable de la ecuación que podemos controlar voluntariamente.
¿Podemos cambiar el pasado? No.
¿Podemos detener la mente cuando está muy agitada? No.
¿Podemos dejar de sufrir sólo con proponérnoslo? No.
¿Podemos alterar la química de nuestro cerebro? No.
¿Podemos a voluntad regular el funcionamiento interno de nuestro cuerpo? No.
¿Podemos dejar de estar angustiados, nerviosos y alterados sólo con querer dejar de estarlo? No.
¿Podemos regular nuestra respiración? Sí.
He aquí la clave: la respiración. Dice el sutra que la falta de concentración provoca sufrimiento, angustia, nerviosismo y respiración irregular, pero por el mismo camino, si logramos equilibrar la respiración a voluntad, podemos revertir esos estados.
Recuerda, es la segunda flecha la que produce los mayores sufrimientos. Y recuerda también, controlar la mente a voluntad es muy dificil, pero no lo es tanto controlar la respiración.
Si estás angustiado, distraido, tenso o con sufrimiento emocional, para y respira amplio y profundo, centra tu mente en el presente.
Una técnica para calmar la mente:
Escucha este mantra con mucha atención los 24 minutos que dura, con una respiración amplia y profunda. Puedes hacerlo con los ojos cerrados tumbado en la cama, o mientras sigues navegando por Internet, con los auriculares puestos, respirando en todo momento amplio y profundo, sintiendo el significado del mantra: OM MANI PADME HUM ("Yo soy la joya en el loto de mi ser, eterno, puro e intocable por nada externo").
La falta de concentración es el germen de numerosos males, por no decir de casi todos. La falta de concentración nos aleja del momento presente y nos sume en un estado de incertidumbre, viajando mediante la memoria al pasado (cristalizado como la mujer de Lot) o al irreal futuro gestado por la fantasía (víbora irreductible).
Como resultado de esto, surge el dolor emocional, a veces llamado angustia, nerviosismo, ansiedad, depresión y todos sus relativos. Es decir, el sufrimiento.
El sufrimiento es un estado emocional-mental, ciertamente diferente del dolor físico. Hoy en día, salvo excepciones, el dolor físico no es un problema tan grave como el sufrimiento emocional. Cuando el cuerpo duele, duele, pero suele ser un dolor agudo y no persistente (bien porque se va a los días o porque se ve amainado por un agente químico); en cambio el sufrimiento emocional puede estar inscrustado durante largo tiempo.
Buda ponía un ejemplo a esto, decía en una parábola que el sufrimiento es como si nos disparan una flecha en el cuerpo y nos hieren. Inmediatamente surgirá dolor físico, pero el sufrimiento llegará con la "segunda flecha", que es la que produce la mente al alterarse por lo sucedido. Un ejemplo actual sería el siguiente: una persona va al médico por una ligera molestia en una parte de su cuerpo, le diagnostican una enfermedad grave y comienzan a hacerle pruebas durante largos días, semanas o meses, mientras mantienen a raya su dolor físico con calmantes. Al final solucionan su problema físico y queda una leve cicatriz. ¿Cuánto sufrimiento ha generado la mente con hipótesis, con miedo, con angustia, con nerviosismo, con pesismismo, con respiración irregular? He aquí la segunda flecha de la que hablaba Buda.
El sufrimiento podría tener una ecuación matemática: S=R+E (Sufrimiento = Realidad + Espectativas). Es decir, cuanto más intervenga la mente en conjurar fantasías sobre un hecho, en distraerese del momento presente, mayor será el índice de sufrimiento.
No obstante, numerosas veces en la vida de los seres humanos hay situaciones en las que "la primera flecha" hace mucho daño, bien sea por desgracias personales, accidentes, muertes de seres queridos o hechos catastróficos agudos, en tal caso, la solución es amainar en lo posible la corriente demoledora de dolor. ¿Cómo? Mediante la única variable de la ecuación que podemos controlar voluntariamente.
¿Podemos cambiar el pasado? No.
¿Podemos detener la mente cuando está muy agitada? No.
¿Podemos dejar de sufrir sólo con proponérnoslo? No.
¿Podemos alterar la química de nuestro cerebro? No.
¿Podemos a voluntad regular el funcionamiento interno de nuestro cuerpo? No.
¿Podemos dejar de estar angustiados, nerviosos y alterados sólo con querer dejar de estarlo? No.
¿Podemos regular nuestra respiración? Sí.
He aquí la clave: la respiración. Dice el sutra que la falta de concentración provoca sufrimiento, angustia, nerviosismo y respiración irregular, pero por el mismo camino, si logramos equilibrar la respiración a voluntad, podemos revertir esos estados.
Recuerda, es la segunda flecha la que produce los mayores sufrimientos. Y recuerda también, controlar la mente a voluntad es muy dificil, pero no lo es tanto controlar la respiración.
Si estás angustiado, distraido, tenso o con sufrimiento emocional, para y respira amplio y profundo, centra tu mente en el presente.
Una técnica para calmar la mente:
Escucha este mantra con mucha atención los 24 minutos que dura, con una respiración amplia y profunda. Puedes hacerlo con los ojos cerrados tumbado en la cama, o mientras sigues navegando por Internet, con los auriculares puestos, respirando en todo momento amplio y profundo, sintiendo el significado del mantra: OM MANI PADME HUM ("Yo soy la joya en el loto de mi ser, eterno, puro e intocable por nada externo").
Om mani padme hum de Tibetan Incantations.
Muy bueno, justo lo que necesitaba aprender hoy, muchas gracias
ResponderEliminarEstoy de acuerdo
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