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Hay quien busca el Yoga en el extranjero, en la India, en el Himalaya o en lugares fascinantes... Lo cierto es que no hace falta irse tan lejos. Quédate donde estás, pues el viaje empieza en ti y la búsqueda culmina en ti. Nada hallarás fuera de ti que no se encuentre dentro de ti.




YOGA SUTRA Nº 30


Éxito o fracaso


Los obstáculos para la realización son: la enfermedad, la pereza mental, la duda, la falta de entusiasmo, la pereza, el apego al placer, la falsa percepción (ilusión), la incapacidad para lograr la concentración y mantenerla, y las distracciones.


El gran sabio Patanjali, padre del Yoga, en sus Yoga sutras, compendios de sabiduría, nos da una clave sobre los obstáculos que nos impiden alcanzar la meta del Yoga (la realización):

¿Qué nos hace fracasar en la vida? ¿La mala suerte, las adversidades, las circunstancias, Rajoy, Alemania, los chinos, el hado cruel? El éxito puede tener muchas definiciones, pero una de ellas es: conseguir lo que nos proponemos. El fracaso entonces es no conseguir lo que nos proponemos.

Podemos proponernos muchas cosas en la vida; algunos de nuestros prositos serán irrealizables debido a la fantasía que los engendró; otros de nuestros propósitos serán tan disparatados, absurdos y erróneos, que no lograrlos será, sencillamente, lo mejor que nos podría pasar. Tenemos por ahí un ángel de la guarda que vela por nosotros, no ayudándonos a conseguir lo que queremos, sino impidiéndonos (o poniéndonos trabas) para lograr lo que queremos y no nos conviene.

Ahora bien, la consecución del Yoga, la Realización del ser, es un objetivo benigno para todos; también es realizable, aunque dificil. Dicen algunos que tamaña hazaña no tiene parangón en el Reino Humano; que vencerse a uno mismo es lo más dificil, heróico y grandioso que una Mónada encerrada en un humano cuerpo puede lograr. 

Resumiendo el sutra de Patanjali, podríamos decir que es la falta de voluntad lo que nos hace fracasar. Una voluntad firme es capaz de anteponerse a toda adversidad, no obstante ahí rádica la estrategia de los obstáculos, en minar nuestra voluntad. Minarla, menguarla, azorarla, desgastarla...

La enfermedad hace que el cuerpo físico pierda facultades, siendo su máxima gloria la de llevarlo a la tumba. El cuerpo físico en malas condiciones es como un leñador con su hacha desafilada, como un carpintero con su sierra mellada, como un chófer ebrio o como  un orador afónico. 

La duda nos vuelve escépticos, si no nos molestamos en investigar. 

La falta de entusiasmo nos hace alejarnos de todo lo que empezamos. 

La pereza es dejarse llevar por los instintos, deseos y emociones. 

El apego al placer; la codicia sensual, es la constante satisfacción de las necesidades del cuerpo físico. 

La alucinación o ilusión es un estado en el que la mente se inventa historias sin una base real.

La incapacidad para mantener la concentración es el mayor aliado del fracaso. Si no hay concentración mental no hay fuerza, no hay acción poderosa, no hay nada perdurable. 

Hay que mantener la mente en el objeto deseado para que toda la potencia de nuestra personalidad se alinee en aras del fin deseado. La distracción es propia de mentes débiles y poco entrenadas. Un hombre distraido no llega muy lejos.

¿Cuál es nuestra meta? Cada uno podrá tener muchas y diversas metas, pero hay una que nos une a todos: la realización del ser, el Yoga o unión con la más pura esencia de nosotros mismos.

¿Qué enseña el Yoga? Ante todo enseña a concentrar la mente, hagas lo que hagas: ya estés respirando, haciendo una asana, relajándote o simplemente escuchando

Una mente concentrada y una voluntad templada son garantías de éxito, aunque se fracase en la vida. 

Una mente concentrada y una voluntad templada derriban todas las puertas cerradas a su paso, aunque sea a puntapiés.

Una mente concentrada y una voluntad templada... Ese es el resíduo que deja en el hombre la práctica del Yoga.  






EL HOMO AUTÓMATA


«De todas las cosas formidables que andan por el mundo, la más formidable sin duda es el hombre», decía el gran dramaturgo griego Sófocles en Antígona, una de sus obras cumbres. Sin duda comparto su opinión, pero, ¿qué es el hombre? ¿Un animal? ¿Un animal racional? ¿Un Dios? ¿Un semidios? ¿Un autómata programable? ¿El puente entre un animal y algo superior a él? Creo que puede ser todas esas cosas. En este post veremos la parte animal y autómata del hombre.


Homo Autómata



De que somos animales no hay duda; no hay más que ir al zoo, a la selva o pasarse una tarde viendo documentales para darse cuenta que a pesar de que el hombre es un ser «civilizado», comparte muchos rasgos animales, concretamente lo que denominamos instintos.

Hay tres instintos básicos inherentes a todo animal (incluido por supuesto a la raza humana):



Instintos básicos


1- El instinto de conservación de la vida: Ese mecanismo innato que nos alerta de peligros y nos insta en fracciones de segundo a salvaguardar nuestra integridad física a toda costa. Hasta la persona más deprimida y el mayor de los inválidos tratará de salvar su vida, sin cuestionárselo siquiera, si se encuentra en un centro comercial y alguien grita: «¡Fuego!».

2- El instinto de preservación de la vida: ¿Qué diferencia hay con el anterior?, podréis pensar muchos. Sencillo:

- ¿Por qué coméis? (tres veces al día los más afortunados)

-¡Coño Aimar, qué pregunta! Porque tenemos hambre.

-Obvio che... ¿Pero que es lo que te hace tener hambre? El instinto de preservación de la vida.

La vida hay que preservarla y por eso nos alimentamos (y si es en abundancia mejor, no sea que mañana nos falte alimento y haya que tirar de grasas); también hay que asegurar el sueño nocturno así como las inclemencias del tiempo.

Comida, ropa y cobijo... Eso es lo que nos insta a conseguir el instinto de preservación. ¿Hay algún animal que no coma? Aparte de los desdichados que no tienen qué llevarse a la boca, hay uno: el Homo Idealista, aquel capaz de hacer una huelga de hambre, anteponiendo sus instintos básicos a sus ideales.

-¿Y los que ayunan o hacen dieta?

-¿Qué pasa con esos?

-¿No se anteponen también a sus instintos?

-Teniendo en cuenta que el 90 % de los ayunos son por índole religiosa (es decir, algo impuesto; algo programado en la memoria del Homo Automata) y que el 90 % de los que hacen dieta es por estar más guapos (aquí entra en acción el tercer instinto básico que ahora veremos), me temo que sólo unos pocos de ellos son también Homo idealistas.

-¡Ah...!

3-El instinto de procreación:
¡Este si que es fuerte el cabrón! Este mueve el mundo. Este es tan poderoso y sutil que no nos damos ni cuenta. Es tan determinante que nos empuja como un motor de 8 cilindros en V por la vida. Perpetuar la especie es una de las máximas prioridades, por no decir el objetivo fundamental de todos los animales. ¿No me creéis? Ved más documentales. Así, todo lo que hacemos en la vida está guiado consciente o inconscientemente por este instinto animal. La mayoría de las estrategias publicitarias van dirigidas a este instinto. ¿Por qué vamos al gimnasio, nos cuidamos, tratamos de tener más estatus, el coche más grande, y un largo etc.? Este instinto es responsable en gran parte.



Ahora bien, ¿somos humanos no? ¿Y que poseen los humanos que no poseen los animales? ¿Inteligencia no? Y emociones también. Más emociones que inteligencia diría yo.

-Bien, ¿de dónde salen las emociones básicas o primarias? (Si es que os lo pongo a huevo...)

-¿Del cerebro?

-¡Coño de los instintos básicos!

¿Que produce el instinto de conservación de la vida? El miedo. Más claro el agua (pura de las montañas; no sea que algún gracioso me diga que la del grifo no es tan clara). El miedo es nuestro mayor amigo, y el de todos los animales. Nadie ha salvado más vidas en toda la Historia que el miedo.

¿Qué produce el instinto de preservación de la vida? La ambición. ¿Qué hace falta para conseguir alimento, ropas y cobijo? Dinero, cuanto más dinero mejor. ¿Os suena esto? ¿Qué mueve el mundo? La ambición o el afán por ganar dinero.

-Yo no soy ambicioso... Me conformo con poco; además soy anticapitalista.

¡Plassss, en toda la boca! (Por mentiroso)

¿Qué nos mueve a elegir unos estudios, una profesión, un oficio? ¿Por qué nos levantamos de la cama cuando suena el despertador a las seis de la mañana para ir a trabajar? ¿Qué nos mueve a hipotecarnos la vida, a comprar un coche más grande, a llenar el carro de la compra hasta las trancas, a comprarnos la colección de ropa de primavera, verano, otoño, invierno... y primavera (por cierto muy buena película, os la recomiendo si no la habéis visto) y a subirnos al tren del consumismo enfermizo: Sí, la ambición; ¿y qué hay detrás de la ambición? El instinto de preservación.

¿Qué produce el instinto de procreación? La sexualidad. Ese conjunto de emociones, deseos y pasiones que prácticamente marcan el rumbo de nuestra vida. Casi todo lo que hacemos en la vida tiene como objetivo satisfacer esa sexualidad (sexo, ternura, afecto, amor... Como se le quiera llamar).

-¿Qué es lo que más desea un adolescente?

-Sin ninguna duda, follar a toda costa.

-¿Que es lo que más desea un adulto?

-Follar también, pero bueno, diremos que amor... Ser amado y amar... Si para ello tengo que machacarme 8 horas semanales en el gimnasio, hacer una carrera y lograr un puesto de ejecutivo o depilarme las cejas, lo hago sin duda, porque, ¿qué es la vida sin amor?

-¿Qué es lo que más desea un anciano?

-Afecto, ternura... Una vejez calmada y sin preocupaciones. (Follar no, porque ya no puede, pero le gustaría.)

Insisto, ¿qué mueve el mundo? El sexo. Esteee... quería decir los instintos básicos.

¿Por qué he titulado este post con el nombre de «Homo autómata»? Porque lo es. Así de rotundo. El hombre es un robot, una máquina, un autómata programado con tres sencillas instrucciones, que generan tres emociones básicas y una mente condicionada y orientada al logro de la consecución o apaciguamiento de tales instintos y emociones.

También he hablado de otra especie: del Homo idealista. Ya hablaré más sobre él en otro post; sólo decir que hay pocos, muy pocos... Se los conoce como cabras fuera del rebaño.



El Quijote


-¿Y el Yoga? ¿Qué tiene que ver el Yoga en todo esto? ¿No es esto un blog de Yoga? ¡Joder Aimar, parece que hablas de todo menos de Yoga!

-Yo siempre hablo de Yoga, querido Saltamontes. El objetivo del Yoga es desprogramar la mente de los autómatas y hacerlos libres. Tenemos instintos, sí; emociones, sí; pero también tenemos inteligencia y voluntad. El Yoga es alquimia que transmuta lo animal en humano.


VIDA SEDENTARIA, ESTÉTICA, DEPORTE, SALUD... Y YOGA


El ser humano medio del siglo XXI tiene un problema: si no hace nada se vuelve sedentario.  ¡Y es tan fácil volverse sedentario! ¡Y tan cómodo! Basta con no hacer nada.

¿Por qué sucede esto? Simplemente porque somos una especie relativamente joven cuya tecnología ha avanzado mucho más rápido que su cuerpo físico. Y es que hace cuatro días vivíamos en las cavernas... Si no corríamos no cazábamos y no comíamos; si no estábamos ágiles para subirnos a los árboles, nos comía algún depredador; si no poseíamos fortaleza física no durábamos muchos inviernos. Es decir, que si no estábamos en forma física no sobrevivíamos.

Hoy en día, ¿qué necesidad hay de correr, cazar, trepar o luchar? Para comer sólo hay que ir al supermercado de la esquina, bajar las escaleras (en ascensor), caminar un poco (algunos van en coche) y regresar con la compra a casa (de nuevo en ascensor). ¿Para protegernos de las fieras (de dos patas, porque las de cuatro están en extinción)? Nada mejor que una alarma de Prosegur, Securitas Direct o una cerradura de las gordas. ¿Qué hay que hacer para ser el macho alfa de la tribu y asegurar la descendencia? Nada hombre, solo sacar a relucir la cartera y que se vea que está bien rechoncha. En fin, ¿qué genera todo esto?: el sedentarismo. ¿Qué es el sedentarismo? Sobrepeso, colesterol, triglicéridos, estar más rígido que el portero de un futbolín y tener menos fuerza física que la justicia española.

¿Cómo se soluciona esto? ¿Cómo se combate el sedentarismo? Hay cuatro opciones o vías:

1.- Quedarme como estoy, pero cada vez peor claro, con el acuse de recibo de los años. Esta es la opción más fácil de seguir, es como los surcos que dejan los torrentes o los ríos... Cuando llueve el agua siempre va por el mismo camino porque es el que menos resistencia ofrece.

   
Surcos o samskaras


2.- Preocuparme por la estética sin sacar el cubo de la basura. Es decir, cirugía plástica, alguna dieta milagrosa o ejercicios para bajar la barriga. También hay quien se machaca horas y horas en el gimnasio todas las semanas haciendo pesas y corriendo como un pollo por Etiopía para quedarse sin un gramo de grasa y que se le vea la «tableta de chocolate»; no por salud claro, sino por estética. ¿Y para qué sirve la estética? Para ligar más; para nada más, que quede bien claro. Es decir, invertimos años de nuestra vida para tener un cuerpo Danone con el objetivo de que cuando llegue el veranito tengamos la oportunidad de quitarnos la camiseta y ¡oh!, las féminas caigan a nuestros pies (o si se es mujer, que a los hombres nos salga tortículis). El problema es que si esa fachada no tiene contenido..., mal asunto. Si ponemos merengue sobre la mierda, la mierda sigue siendo lo que es: mierda.


Tableta de chocolate o six pack abs


3.- Hacer deporte, que todo el mundo dice que es muy bueno, además queda muy pro y te da puntos de cara a la sociedad. ¡Qué deportista que eres, eh! Te vas al Decathlon, te surtes bien de ropas sintéticas transpirables, unas zapatillas para correr (¡pero no muy caras eh!, que nuestras rodillas y caderas no se merecen tanto, sólo es por dar el pego) y ala, a tirar millas; a sudar como un cabrón y en medio del pueblo, o del polideportivo, parar resoplando y detener el reloj (importante que la gente te vea haciendo este gesto). «¡Qué deportista es Fulano! ¡Cómo se cuida!», dirá la gente. Cosa que bueno, vista desde una perspectiva social no es tan mala. El problema vendrá cuando Fulano tenga cincuenta años, las articulaciones destrozadas y el corazón ondeando una bandera blanca con la lengua fuera.

Aviso para navegantes: deporte no es sinónimo de salud. El deporte está bien si te pagan por hacerlo.

Es decir, si eres un deportista de élite (furgolista es la mejor profesión deportiva que se puede elegir, por la pasta que ganan) y tu salario mensual deriva de ello. En ese caso, si a los cincuenta estás destrozao, miras tu cuenta corriente y dices: «Bueno, ha merecido la pena; gajes del oficio, como cualquier otro». ¡Pero macho! Pegarte medias maratones y maratones cada semana por hobby, me parece cuando menos masoquista. Si en esa cara chupada que tienes se nota que muy sano no puedes estar. El deporte también se acaba volviendo una obsesión, se vuelve adictivo, una droga; y realmente así es, ya que se liberan un montón de hormonas con el ejercicio físico que con el tiempo te hacen sentirte mal si no logras generarlas.

Deporte


Otro aviso para navegantes: por mucho deporte que hagamos, por mucho que corramos, por muy poca grasa que tengamos y por mucho que nos cuidemos, nos vamos a morir igual. Te lo recuerdo por si se te había olvidado.

4.- ¡Santa Bárbara, Santa Bárbara...! ¡Qué malito que estoy! ¡Le he visto las orejas al lobo! ¡Me ha dicho el médico que o me cuido o...! Amigo, aquí es cuando uno se preocupa por su salud y el objetivo es recuperarla.

    -Sí sí, me he apuntado al gimnasio, pero tanto la estética como la finalidad deportiva me traen sin cuidado, quiero estar sano.

    -Vale, vale, non ti preocupare, vamos a diseñar una rutina de ejercicios y vienes dos o tres veces por semana; ya verás que bien te va.

Ejercicio para la salud


Y cierto es, que a los meses se encontrará mucho mejor; como se encuentra mejor ya no se acordará de Santa Bárbara y ¿qué pasará? Volverá al punto nº 1.

La salud es como reparar una máquina que requiere de mantenimiento (de hecho el cuerpo físico es una máquina); y hay dos tipos de mantenimiento: el correctivo y el preventivo.

La gente busca en el 90% de los casos el correctivo, es decir, que me cure, que se solucione mi problema de salud y después... me despreocupo hasta la próxima reparación, que será cada vez peor. ¿Mantenimiento? Ufff, ¿qué sacrificio no? Mejor esperamos a que se rompa otra vez y ya lo repararemos. Así nos va.

5.- Practicar Yoga. Es que el Yoga es la hostia, es lo mejor y sobre todo, lo más inteligente. De un plumazo nos anteponemos al problema del sedentarismo, al establecer nuestra rutina semanal. Trabajamos el movimiento, la fuerza, la resistencia, la flexibilidad... y todo ello sin forzar ni dañar el cuerpo físico. También trabajamos nuestro interior, es decir, aparte de cubrirnos de merengue, depuramos la mierda y la transformamos; hacemos algo así como un proceso alquímico en el que transmutamos el plomo en oro. Tal vez no nos salga tableta de chocolate por hacer Yoga, pero, ¿quién la necesita? El Yoga es ante todo un ejercicio preventivo, que nos ayudará a mantener la salud más tiempo y sobre todo poseer una mayor calidad de vida, a pesar de que, por mucho Yoga que hagamos, también moriremos algún día. El Yoga no es la panacea.


Yoga como ejercicio preventivo para la salud

Por lo tanto, visto todo esto, sabiendo que todos moriremos tarde o temprano y que poseemos el «Don del Libre Albedrío» (don sagrado donde los haya), que cada uno escoja una o varias de estas cinco opciones, bien escogida estará si la escogemos libre, voluntaria y conscientemente. Ante todo se libre, haz lo que te plazca y vive tu vida como quieras, pero no te engañes y responsabilizate de las consecuencias de tus acciones.

LA PIRÁMIDE DE LAS NECESIDADES


No hace mucho descubrí la pirámide de Maslow, o la jerarquía de las necesidades humanas. Me parece muy interesante a la vez que muy lógica. Susodicha pirámide puede verse en la imagen a continuación:
Pirámide de las necesidades humanas

 

Como puede apreciarse, la base de la pirámide la componen las necesidades básicas del ser humano,  y en esta categoría entran todas aquellas actividades que las satisfagan.

No voy a extenderme mucho analizando la pirámide, pues observando la imagen unos minutos atentamente se puede desentrañar su significado. Voy a centrarme en el papel del Yoga dentro de esta jerarquía de necesidades humanas.

El Yoga se sitúa en la punta de la pirámide, en el piramidión, en el Benben. El objetivo del Yoga es la Realización humana y su lugar natural es ese. Pero... ¿Quién llega hasta arriba? Las cabras.

Hasta que no he descubierto esta pirámide, no he podido responder las preguntas que desde hace tiempo me planteaba: ¿Por qué estoy tan solo y tan arruinado? He elegido mal oficio. Todas las estrategias emprendedoras aconsejan que el objeto de nuestra empresa esté en la base de la pirámide, pues hay miles de millones de clientes potenciales que necesitan ver satisfechas sus necesidades más primarias. Tal vez la próxima empresa que inicie busque como objeto algo de la base, no obstante... la cabra tira al monte..., y por suerte o por desgracia siempre acabo regresando al Yoga. Siempre acabo sacrificando trabajos que me darían dinero por dar clases de Yoga; siempre he rechazado trabajos a turnos por no ver comprometido mi horario del Yoga.

Cuando comenzó la crisis económica en España hace varios años, tenía una escuela de Yoga que nunca me hizo rico, ni mucho menos. Con la psicosis la gente empezó a desapuntarse de las clases y  poco tiempo después tuve que cerrar la escuela. Me preguntaba por qué. Una vez un alumno me dijo que no podía pagarme los 40 míseros euros de cuota mensual que costaba venir a mi escuela a aprender Yoga, que «andaba muy mal de pasta». Le perdoné ese mes (yo casi no tenía ni para comer) y poco tiempo después me lo encontré en una terraza bebiendose una cerveza y comiendo una tapa. Me pregunté por qué. La respuesta es obvia si miramos la pirámide de Maslow. Muy obvia. Por eso, ni en este país ni en otro habitado por seres humanos, los bares, restaurantes, estancos, puticlús y demás templos de satisfacción de necesidades básicas, nunca se verán afectados por la crisis.

También he dado muchas clases de Yoga en polideportivos, en grandes polideportivos con asistencia masiva a mis clases. Iban a hacer deporte, que se sitúa también en la base de la pirámide de Maslow, aunque por lo que pude observar, la mayoría iba a satisfacer su necesidad de afiliación y reconocimiento social (en la mitad de la pirámide). Pocos, muy pocos iban por la punta de la pirámide, por la Realización.

Conclusión: Me siento como un profeta en el desierto, como no podía ser de otro modo, ya que me he puesto a predicar en la punta de la pirámide de las necesidades. ¿En tiempos de crisis que es lo primero de que se prescinde? ¿A quién le importa la realización si tenemos comida, vino, sexo, furgo y Rock and Roll?

Ya lo decía San Pablo: «No habléis de Dios a los estómagos vacíos». Lo que viene a significar que en tiempos de crisis es un lujo dedicarse a la realización, cuando un país entero, por no decir un planeta entero, tiene grandes agujeros en la base de sus necesidades (hambre, miseria, falta de sanidad, de justicia, de tiempo libre...).

La paradoja de todo esto, es que el Yoga, al igual que la filosofía y todas las actividades que se sitúan en la punta de la pirámide, son las más inútiles de todas, pero las más necesarias.

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