Publicación de nueva novela: Ventura
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Recientemente he publicado una nueva novela, titulada *Ventura*, con Valhalla
Ediciones.
Está disponible a la venta en las principales librerías de Españ...
Hay quien busca el Yoga en el extranjero, en la India, en el Himalaya o en lugares fascinantes... Lo cierto es que no hace falta irse tan lejos. Quédate donde estás, pues el viaje empieza en ti y la búsqueda culmina en ti. Nada hallarás fuera de ti que no se encuentre dentro de ti.
El segundo peldaño del yoga clásico, se llama Niyama, y significa observancias o hábitos positivos. Son 5, que junto a los 5 yamas, hacen los «10 mandamientos del yoga» o el decálogo del yoga.
En la versión ortodoxa, Yama es lo que no hay que hacer y Niyama es lo que sí hay que hacer. Desde mi punto de vista, si el yoga nos tiene que decir lo que sí y lo que no tenemos que hacer, estamos siguiendo una religión. Por eso, a mí me gusta definir el Yama como «preceptos éticos y morales» y el Niyama como «hábitos positivos».
En este artículo haremos un breve resumen de cada uno de los niyamas, y en los siguientes artículos los veremos a fondo uno a uno.
1- Saucha:Pureza. Mantener el cuerpo físico en correctas condiciones de higiene. También cultivar la pureza interior de emociones y pensamientos.
2- Santosha:Contentamiento. Cultivar el pensamientos positivo, ser agradecido con todo lo que tenemos y lograr ser felices mediante el contentamiento, que es muy diferente del conformismo.
3- Tapas: Autodisciplina. Poseer una rutina de trabajo interior y seguirla con paciencia y constancia. 4- Svadhyaya:Estudio. Estudio de uno mismo y de los textos clásicos de sabiduría.
5- Ishvara pranidhana:Entrega, compromiso y colaboración con Dios. Un concepto difícil que habrá que explicar bien.
Los niyamas, al igual que los yamas, suelen ser «los grandes olvidados» del yoga, y ni se conocen ni se practican lo suficiente. El yoga comienza por estos dos peldaños tan importantes.
Vamos a ver de forma resumida los 5 yamas del yoga, que conforman el primer peldaño de los 8 que tiene el yoga clásico.
Los yamas se pueden ver desde dos puntos de vista diferentes:
Tradicional
Yama = restricciones = lo que no hay que hacer
1. Ahimsa = No violencia 2. Satya= no mentir 3. Asteya = no robar 4. Brahmacharya = no mantener relaciones sexuales 5. Aparigraha = no acumular posesiones materiales
Este punto de vista es bastante seguido y aceptado por las escuelas ortodoxas de yoga y por los swamis, monjes o ascetas, ya que seguir esos principios implica hacer votos de castidad y de pobreza, entre otras cosas.
El siguiente punto de vista es más moderado, y es el que yo personalmente sigo y enseño.
Moderno
Yama = preceptos éticos y morales
1. Ahimsa= amor al prójimo 2. Satya = buscar y expresar la verdad 3. Asteya = honradez 4. Brahmacharya = moderación 5. Aparigraha = desapego hacia las posesiones materiales
Estos cinco principios son universales y atemporales, y un buen yogui, al igual que un buen ser humano, se caracteriza por tener estos principios integrados en su ser. Esta es la base del yoga; esta es la puerta de entrada hacia el yoga; esto es sumamente importante y no se enseña lo suficiente en las escuelas de yoga.
Haz click en cada yama para obtener una descripción más detallada sobre ellos.
El quinto y último yama es aparigraha, traducido como «no acumular», «no codiciar» o «no recibir regalos». También se puede traducir como «desapego hacia los bienes materiales».
Parece ser algo habitual que los monjes de todas las tradiciones, tanto orientales como occidentales, hagan votos de pobreza. Esto hay que entenderlo correctamente en un contexto adecuado.
Los monjes o bien viven de limosnas, o al amparo de su convento o monasterio, sustentados de comida y techo. Pero hoy en día, los que no somos monjes necesitamos de bienes materiales para vivir, o como mínimo, para sobrevivir.
Los monjes orientales sostienen que los bienes materiales distraen al buscador de la verdad y lo encadenan al mundo material. Los monjes occidentales se basan en el pasaje del Evangelio que dice que «Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos».
Pero esto hay que interpretarlo de forma correcta:
El peligro de la codicia y de la riqueza es que nos obsesionemos tanto con lo material que no dirijamos nuestra mirada hacia lo espiritual. De aquí surge la frase del Evangelio, no por la riqueza en sí misma, sino por el apego que tiene el rico hacia su riqueza. Un rico desapegado de su dinero puede perfectamente entrar en el Reino de los Cielos. Por eso la clave no está en «no acumular», sino en el desapego hacia los bienes materiales.
En este mundo lleno de desequilibrios e injusticias sociales, la riqueza no es un problema como muchos opinan, el verdadero problema es la pobreza. El mundo es próspero, muy próspero, y bien repartido y bien gestionado (con amor), hay riqueza para todos, prosperidad material para todos.
¿Hay que ser pobre? ¿Hay que hacer un voto de pobreza? ¿Es pecado ser rico o acumular dinero? No. Rotundamente no. Lo que hay que hacer es ser consciente de que hay una realidad espiritual, que la materia no lo es todo, e ir adquiriendo cierto desapego hacia los bienes materiales, pero sin descuidarlos ni dejar de valorarlos. Este es mi punto de vista.
Uno de los simbolismos de la cruz es que el travesaño horizontal representa la materia, y el travesaño vertical el espíritu. Hay que equilibrarlos. Si nos enfocamos solo en lo material nos desequilibramos; si nos enfocamos solo en lo espiritual nos desequilibramos. Equilibrio, el punto medio…
Hay que trabajar para obtener un sustento y bienes materiales, a no ser que queramos vivir de limosnas, de la caridad o abusar de la seguridad social. Está bien tener cierta educación financiera para asegurar nuestra jubilación, mediante bienes inmuebles o productos financieros. No hay que olvidarse tampoco de hacer donaciones a los más necesitados (esto los «no ricos» no pueden hacerlo). Por otro lado, tampoco hay que descuidar nuestra faceta espiritual y seguir siempre haciendo un trabajo interior y buscar la verdad. Esta es la clave.