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Hay quien busca el Yoga en el extranjero, en la India, en el Himalaya o en lugares fascinantes... Lo cierto es que no hace falta irse tan lejos. Quédate donde estás, pues el viaje empieza en ti y la búsqueda culmina en ti. Nada hallarás fuera de ti que no se encuentre dentro de ti.




El Bhagavad Gita

El Bhagavad Gita es sin duda uno de los textos más inspirados que posee la humanidad. En el hinduismo es considerado un texto sagrado, y es además, el primer texto escrito que trata sobre el yoga.


Todo el texto (700 versos) es un diálogo entre el maestro (Krishna) y su discípulo (Arjuna), donde le instruye en el yoga justo antes de empezar una batalla entre los Pándavas y los Kauravas. Bhagavad Gita significa «la canción (gita) de Krishna (Bhagavan)», aunque debido a que bhagavan es un título venerable que significa «Señor», muchas veces se traduce como «El canto del Señor», o «La canción de Dios». También, debido a su importancia como texto de yoga, se le conoce como Yoga upanishad


El Bhagavad Gita

Este libro (que data del primer milenio antes de Cristo) es una especie de «Biblia» para los hindúes, pero para nosotros, los estudiantes de yoga, es un compendio de sabiduría, y lo que nos interesa es «la enseñanza» que le da el maestro a su discípulo, más que el contexto sobre el que está situada la historia.

Para los hinduistas, Krishna es un avatar del dios Visnhu (el Conservador). El texto forma parte de la gran epopeya llamada Mahabarata, y tiene la cualidad de sruti (texto revelado) y de smriti (texto recordado). Su autoría es desconocida, a pesar de que el sabio Viasa es el autor del Mahabarata.

Como en todo texto religioso, existen numerosas versiones y traducciones, algunas de ellas fieles al original en sánscrito, otras manipuladas o teñidas acorde a la ideología del que la tradujo. Hay versiones ilegibles (debido a su literalidad con el idioma sánscrito) y versiones muy poéticas (adaptadas al idioma castellano en este caso). Hay versiones que se limitan a reproducir el texto original, y otras plagadas de comentarios entre párrafo y párrafo por parte del traductor, hecho que corta la narración y puede crear ideas confusas.

Para mí, la mejor versión que conozco es la de 1896 de J. Roviralta Borrell, un teósofo español. La versión de Srila Prabhupada es muy buena también si leemos solo la traducción áspera y fiel al texto original; el resto del libro son comentarios suyos, muy teñidos por su ideología Hare Krishna. Hay decenas de versiones, no conozco todas.



Bien, como todo texto sagrado, puede tener dos interpretaciones: literal o simbólica. Es decir, podemos creer que el relato sucedió realmente y que Krishna era una encarnación de Dios, o interpretar el texto de forma simbólica, adjudicando a cada personaje y situación de la historia como una parte de nosotros mismos, a modo de arquetipos universales:


  • Krishna: maestro interno (espíritu).
  • Arjuna: psique madura (alma).
  • Rey ciego Diritarastra y su hijo Duryodhana («lo duro que hay que roer»): personalidad.
  • Sanjaya (vidente de la corte): el narrador de la historia, el que tiene la capacidad de ver más allá de lo material (intuición).
  • Ejército de los Pándavas: Las fuerzas luminosas que nos elevan hacia la espiritualidad.
  • Ejército de los Kauravas: Las fuerzas oscuras que nos arrastran hacia la materia.
  • Kurukshetra (llanura donde tiene lugar la batalla): Nuestro cuerpo (el escenario donde nos sucede todo).

Krishna y Arjuna

Debido a que sería muy largo explicar todo el contexto de la historia y desentrañarla por completo, he decidido hacer varios vídeos donde leeré la historia y, desde mi entendimiento, añadiré comentarios para esclarecer ciertos conceptos. Haré un vídeo por capítulo (18 en total), y espero que este trabajo pueda servir de ayuda a los interesados en este tema, así como a profesores de yoga que quieran profundizar en los orígenes de esta disciplina.

Iré colgando los vídeos en mi canal de YouTube, y también los subiré a Ivoox en formato Mp3. 




Gopal


El triángulo de la asana

Todas las asanas de yoga, independientemente el estilo, han de cumplir tres requisitos: postura, respiración y concentración.


El triángulo es la primera figura geométrica capaz de encerrar un área, y para construirlo, hacen falta tres puntos. En el caso de la asana, al practicar yoga, estos tres puntos deben estar formados por:


  • Postura correcta: firme y cómoda.
  • Respiración: lenta, fluida y controlada.
  • Concentración: en las sensaciones físicas que produce la asana.

¿Qué sucede si falta uno de esos puntos? Que ya no hay triángulo, se escapa la energía, ya no hay yoga... Habrá otra cosa, quizá stretching o gimnasia, pero no yoga.

3 puntos importantes, y para recordarlos, que mejor que una imagen mnemotécnica: el triángulo.

El triángulo de la asana

¿Hay triángulo cada vez que haces una asana, la que sea? Recuérdalo.

¿Qué suele suceder normalmente? Veámoslo:


Postura correcta:


Patanjali en sus Yogasutras solo da una indicación sobre las asanas, y dice que han de ser firmes y cómodas... Nada más, eso es todo, eso es lo importante. «Firme y cómoda» significa que estamos en el punto justo. ¿Y cuál es el punto justo? Para cada cuerpo hay uno, y cada cual tiene que descubrirlo. Por lo general es cuando comienza cierto dolor agradable, sin ser molesto, que da cierta sensación de trabajo, de estiramiento. Más es forzar, menos es estar demasiado cómodos.

¿Mantenemos una postura firme y cómoda?

Si hacemos yoga en grupo, seguro que siempre forzamos más de la cuenta porque queremos impresionar a alguien (o al profesor o a algún compañero).

Si hacemos yoga en la soledad de nuestra casa, podemos forzar demasiado queriendo hacer progresos (en el yoga no se progresa así), o estamos demasiado cómodos.

Recuerda: FIRME Y CÓMODA HA DE SER LA ASANA.




Respiración:


Cuando hacemos una asana y la mantenemos unos segundos o unos minutos, siempre hemos de mantener la respiración controlada, lenta y fluida. Por lo general, hacemos respiraciones yóguicas completas o abdominales, aunque hay posturas que requieren de cierto tipo de respiración específica. Abdominal las invertidas, costal las torsiones y alta «el pez», por poner unos ejemplos.


Concentración:


Punto importante sin duda. ¿En qué estamos pensando cuando hacemos la asana, la que sea? Fácil, no hay que pensar. Si pensamos, ya no hay triángulo.

¿En qué hay que concentrarse entonces? En las sensaciones que produce cada asana. Observa (sin pensar, juzgar ni comparar) cómo actúa en ti la asana:


  • Siente los músculos que se estiran.
  • Siente la sensación que producen las presiones de la postura a nivel de la caja torácica y abdomen.
  • Siente cómo es la respiración de tu cuerpo al permanecer en la asana.
  • Siente los músculos que no intervienen en la postura, y si están tensos relájalos.
  • Desarrolla tu conciencia corporal mediante la observación.

Esos son tus soportes de concentración. La mente se irá... Se irá a pensar en otra cosa... Se irá al pasado mediante la memoria o al futuro mediante la fantasía. Se irá... Pero si te das cuenta que estás pensando, dirige tu mente hacia los puntos antes citados y mantente ahí, concentrado.

Estos son los 3 puntos para construir el triángulo de la asana, y si se hacen bien, después de la práctica tenemos que sentir paz y bienestar. Si no sentimos eso, si sentimos malestar, angustia, agitación o dolor, es que algo hemos hecho mal, es que hemos forzado en exceso en algún punto.

La asana perfecta está construida con estos 3 puntos, y es perfecta en cada persona, pues cada persona tiene unos límites diferentes. No te compares con nadie; no te engañes pensando que una asana perfecta es la que «parece» perfecta vista desde fuera. Aunque tengas poca flexibilidad, puedes hacer asanas perfectas si mantienes el triángulo.

Y ahora, a practicar, que el secreto está en la práctica.

Gopal


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