En el Yoga, al igual que casi todo en la vida, la clave del éxito está en las rutinas. Es fácil que nos de por empezar a practicar, pero el éxito radica en la adquisición de rutinas fáciles de seguir. Es mejor poco trabajo continuado en el tiempo, que largas sesiones con poca continuidad.
Las rutinas son la clave, ya que generan hábitos, y una vez generado un hábito, hemos avanzado mucho en el camino, ya que nos hacen las cosas mucho más fáciles y son indicadores de éxito. Dicen que para que haya algún cambio fisiológico, algo se debe repetir por lo menos 21 días, para que se generen las suficientes cadenas neuronales que permitan la implementación de un hábito en nuestra vida. ¿Cuántas veces has empezado algo sin acabarlo? ¿Cuántas veces has empezado una dieta, una actividad, un libro, un deporte...? ¿Ha tenido continuidad? Pues ahora ya o sabes, mínimo 21 días para que se genere un hábito, y no olvides ponerte rutinas asequibles; si son muy difíciles es probable que desistas. Esta misma filosofía es la que caracteriza al "método kaizen".
Empezaremos con una sencilla pero efectiva rutina de Yoga, que te llevará de 3 a 5 minutos, y la realizarás por las mañanas, justo al levantarte. La llamaremos Rutina matutina nº 1.
Marco teórico:
Casi todos dormimos en una habitación cerrada un mínimo de 6 horas diarias. Esto provoca 3 cosas: Una pobre oxigenación (debido a que la habitación se va cargando de dióxido de carbono), agarrotamiento muscular (debido a la inmovilidad del descanso nocturno) y desactivación del aparato digestivo y ligera deshidratación (debido a que no hemos comido ni bebido nada durante toda la noche). Bien, está claro que hay que solucionar esto, es decir, oxigenar, activar la musculatura (especialmente la de la espalda, que es la que más se resiente) e hidratarnos un poco.
Ejecución:
1. Nos levantamos, hacemos nuestras necesidades, nos lavamos la cara y abrimos una ventana. Asomamos la cabeza y con alegría hacemos unas cuantas respiraciones amplias y profundas, por la nariz, con el objetivo de oxigenar la sangre. De paso saludamos al día y nos sentimos agradecidos por seguir vivos un día más.
2. Estiramos la espalda haciendo este ejercicio, yo lo llamo «el gran estiramiento de la espalda». Es muy sencillo: Abrimos las piernas a una anchura y media de hombros, con las piernas semiflexionadas, los brazos y las manos relajados y la cabeza suelta hacia adelante.
Importante: Utilizar la fuerza de la gravedad exclusivamente, no forzar ni dar rebotes. El cuerpo está rígido por las mañanas y hay que tratarlo suavemente. Relájate bien, suelta bien todo el cuerpo, especialmente el cuello. Acompaña el ejercicio con unas respiraciones abdominales suaves y presta mucha atención a la columna vertebral. Si te concentras podrás sentir el estiramiento de toda la espalda, desde el coxis hasta las cervicales. Relaja bien, suelta bien, sin forzar. Mantenemos la postura de 1 a 3 minutos. Al terminar, deshacemos la postura despacio, con la barbilla pegada al pecho y respirando amplio para no marearnos; una vez erguidos, hacemos giros con la cabeza un par de veces en cada dirección, despacio, conscientemente.
3. Nos bebemos un vaso de agua natural. Así, activamos el aparato digestivo y nos depuramos e hidratamos un poco.
¡Y ya está, ves qué fácil! A partir de aquí sigues con tus actividades diarias. ¿No me dirás que no tienes tiempo no? Sólo hay que levantarse 5 minutos antes.
¿Por cuánto tiempo he de practicar esto? Tranquilamente todos los días de tu vida, aunque si te olvidas uno no pasa nada.
Beneficios:
Pruébalo por 21 días y después me cuentas.
No subestimes la sencillez de esta rutina, practícala un tiempo, y si ves que esto del yoga y sus rutinas va contigo, sigue leyendo el blog y ya indicaremos rutinas más avanzadas, de 10, 15, 20 o 30 minutos.
¡Feliz práctica!